Una Fragancia lejana
A veces como una sutil fragancia llega a mí tu recuerdo, aroma viajero de lejanas memorias, de la grata remembranza de nuestros mejores días, una fragancia enrarecida por el tiempo, por los sinsabores de la vida, escasa y sublime fragancia, pero reconocida, cuando ese olor llena mis pensamientos… te recuerdo.
No con nostalgia ni tristeza, no con rabia ni con odio, solo te recuerdo, y eso, dibuja en mis labios una tenue sonrisa retrospectiva de complacencia que me pasea por esos momentos de la compañera del día a día, de los espacios que recorrimos, donde mirar al cielo y alcanzar las estrellas era casi una obligación, donde forjábamos sueños con las manos vacías y el corazón lleno de esperanza, con una sonrisa amiga, con un amor inenarrable, elogiado por muchos, envidiado por otros, orgullo que atesoré por bastante tiempo, autentico o fingido no soy quien para cuestionarlo, solo sé que existió…
Donde fue ese amor? En qué lugar estará su impertérrito cuerpo?
De saberlo, emprendería un crucial viaje hasta él, no para traerlo conmigo, no para buscar los recuerdos que guarda celosamente entre sus manos, sino para sepultarlo con la dignidad que merece, porque su desintegración a veces llega a mí como una sutil fragancia.
Quizá te parezca cursi, yo te entiendo, cuando el amor muere en el corazón de alguien, las rosas ya no tienen hermosura, convierte en grises los colores del arcoíris, y el aire ya no es igual, no satisface plenamente ni hay suspiros que lo simulen…
En su sepulcro no derramaré lágrimas, no las merece, sus momentos de gloria le merecen ceremonia digna, a cambio, esparciré pétalos de rosas de muchos colores, para que descansen sus hermosos recuerdos y escribiré un poema melancólico para que sus frutos sepan de donde se alimentaron las raíces del árbol que los sustentó…
Donde fue ese amor? Alegría de muchos, regocijo de tantos, envidia de otros, donde está ese amor que una vez llamé con el hermoso nombre de un juguete de niña…
Daniel Navarro
